Y aquel tema que
habían escuchado por primera vez siendo adolescentes, Puerto Pollenza, los tomó a Catherine y a Braian como
protagonistas.
Luego de siete años cantaron …y
nuestros cuerpos festejaron juntos, ese deseado y esperado encuentro…
La ventana de la habitación daba al mar. Por ella entraba una suave
brisa, con un aroma fresco.
Las luces, apagadas, dejaban apreciar la luz nocturna.
El bajo volumen de la música permitía oír las olas.
Una noche perfecta, tal como ambos habían soñado.
Catherine tenía un vestido negro, corto. Sandalias plateadas, muy
altas. Aros colgantes, un anillo en cada dedo, excepto en los pulgares, una
pulsera, muy fina, todo de plata.
Braian, un traje negro, camisa blanca, corbata gris, lisa, zapatos
negros, muy elegante.
Los temas parecían elegidos por ellos.
Introducción de Amor de mi vida,
de Queen. Braian tomó de la cintura a Catherine. Comenzaron a bailar, muy
juntos, besándose lenta y profundamente.
¡Habían imaginado ese momento durante tanto tiempo!
Ni los nervios, ni la ansiedad, pudieron alterar ese clima de paz, ese
clima de pasión, que respiraban.
Los dedos de Catherine se mezclaban con el cabello de Braian, que iba
recorriendo con sus manos la espalda de ella.
Llegó a los hombros, corriendo cada bretel del vestido, que fue
deslizándose lentamente, hasta caer en el suelo, sobre el piso alfombrado.
Otro tema de Queen enmarcaba la escena: Alguien a quien amar.
Es la primera parte de uno de los capítulos de mi novela ENCUENTROS SIN ROSTROS.
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