Estefanía había nacido con el don de poder comunicarse con todo tipo de
ser viviente, desde diminutos animales hasta los humanos más destacados.
A los cinco años de edad, tenía la capacidad de expresar en palabras los
sentimientos de cada uno de esos individuos.
Nadie como ella podía entender el comportamiento animal.
Recorrió el mundo para brindar conferencias acerca de diversos temas.
Su mente privilegiada y su interesante personalidad, le permitió lograr
sus objetivos. Y supo ganarse el respeto de todos.
Uno de los científicos más prestigiosos, había investigado sobre los
dones de Estefanía. No había explicación lógica para ello. Le costaba creer que
todo lo que se publicaba sobre la adolescente, era verdad. Pensó que tal vez se
exageraba un poco.
Un día intentó hacerla caer en una trampa, para desenmascararla. Supuso
que sería sencillo engañar a una joven de 17 años. Él la doblaba en edad.
No pudo. Se sintió derrotado. Su vida fue un antes y después de ese
encuentro cara a cara con la persona que más llegó a admirar.
Estefanía era totalmente transparente. Y también comprensiva. Perdonó la
actitud infantil de Nicolás.
Formaron un equipo de trabajo insuperable. No competían. Se
complementaban, aprendían, compartían sus conocimientos. Crecían día a día.
Poco tiempo después,
comenzaron una historia de amor que duró por siempre.
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