lunes, 3 de septiembre de 2012
viernes, 31 de agosto de 2012
jueves, 30 de agosto de 2012
sábado, 25 de agosto de 2012
VENTANA ABIERTA EN UN DÍA VENTOSO
Era una casa enorme, muy aireada, bien conservada, a pesar de sus años.
La habían construido sus abuelos, antes del nacimiento de su madre y de
sus tíos.
Cada rincón le traía hermosos recuerdos de su infancia. Cerraba los ojos
y oía las risas de sus primos y de sus hermanos.
En la alcoba del tercer piso guardaban todo aquello que sin ningún valor
comercial, significaba tanto para Mariana, su abuela.
Aquella cálida y ventosa tarde de septiembre, Alma había encontrado la
llave de un baúl en cuyo interior había elementos totalmente desconocidos para
ella.
Tenía la certeza que descubriría grandes secretos allí, ocultos durante
décadas.
Cerró la puerta de la habitación. Tomó un almohadón, lo ubicó en el piso,
se sentó, abrió el baúl y comenzó la tarea que esperaba hacía tanto tiempo.
Decenas de sobres amarillentos, que contenían postales, fotos y cartas;
servilletas de diferentes cafés y restaurantes; rosas secas; envoltorios de
chocolates.
Tomó un fino papel prolijamente doblado. Lo abrió con mucho cuidado.
–
¡Alma! ¡Alma! ¡Vení, es urgente!
Se levantó de un salto, soltó lo que no había alcanzado a leer, dio las
dos vueltas de llaves de la puerta, y bajó las escaleras corriendo.
La ventana había quedado abierta.
El mayor secreto de Mariana, plasmado sobre una hoja transparente, escrita
con tinta roja, había sido capturado por el viento y trasladado quién sabe a
donde.
domingo, 8 de julio de 2012
Otra escritora con el nombre ELÍZABETH LENCINA
Queridos lectores:
En Uruguay hay una escritora con mi seudónimo ELÍZABETH LENCINA.
Les comento que en general publico en este blog, en mi página de Facebook Elízabeth Lencina y en mi cuenta personal, María Guerra Alves.
Desde ya, muchas gracias.
En Uruguay hay una escritora con mi seudónimo ELÍZABETH LENCINA.
Les comento que en general publico en este blog, en mi página de Facebook Elízabeth Lencina y en mi cuenta personal, María Guerra Alves.
Desde ya, muchas gracias.
viernes, 29 de junio de 2012
TUS PALABRAS
Tus palabras son el impulso
que me lleva a la inspiración.
Tus palabras son un susurro
que sin sonido, es canción.
Tus palabras son agua, luz,
ternura y comprensión.
Tus palabras son alimento,
en invierno, son calor.
Tus palabras son una imagen
que se esconde tras un telón.
Tus palabras son como un viaje
a un mundo mejor.
Tus palabras son mucho más
que un encuentro entre los dos.
jueves, 28 de junio de 2012
RESPIRA, DE PIE
Erguida ante los
obstáculos,
erguida ante el mundo,
erguida ante el
peligro,
erguida, siempre.
Respirar buen aire,
en sus pulmones, aire,
frente a su rostro,
aire,
frente a la vida,
aire.
Valentía, optimismo,
energía,
LIBERTAD.
martes, 19 de junio de 2012
viernes, 15 de junio de 2012
miércoles, 13 de junio de 2012
Hoy es un día muy importante para mí.
Es la primera vez que me dicen FELIZ DÍA, un 13 de junio.
Gracias a aquellos que influyeron como para que decidiera escribir. Gracias a aquellos que me brindan su tiempo, para leerme. Gracias a aquellos que me transmiten energía para seguir adelante.
FELIZ DÍA, para cada uno de ustedes.
jueves, 7 de junio de 2012
TU PRIMER DÍA DE CLASES
¡Parecía tan lejana la llegada de este día...! Sin embargo aquí estamos,
viviendo el 4 de marzo de 2000.
En pocas horas, una nueva etapa comienza para vos y para
todos los que tanto te amamos. Tal vez sea el cambio más importante de toda tu
infancia.
Nuevos afectos, nuevos horarios, nueva rutina, y hasta ropa
hasta ahora desconocida para vos.
Deberás despedirte de tu mema,
salvo para dormir (por ahora). Ya no podrás quedarte a la mañana, durante horas
en la cama mirando tele. Tampoco podrás mirar tus Aventuras en pañales a
cada ratito, como lo hacías hasta hoy, gracias a la video cassetera.
El lunes comenzarás tu Jardín de Infantes.
Compartirás tus juegos, cosecharás amigos, aprenderás mil
cosas; aceptarás la ayuda de personas que aún desconoces para desenvolverte en
cosas tan importantes, a tu edad, como vestirte o ir al baño.
¡Te veo tan grande!, cuando afirmás tu independencia. ¡Te veo
tan chiquito!, al lado de los demás, con tus apenas dos años y ocho meses.
Sentimientos totalmente contradictorios se adueñan de mí. Me
duele, a veces, ese despegue tan necesario para ambos. Y a la vez la felicidad
y el orgullo llenan mi ser.
Día a día, trato de prepararte para que no sufras, para que
no confundas este paso con un abandono de nuestra parte.
Sé que podés lograrlo. Dios te dotó de una personalidad que
te permitirá adaptarte enseguida.
AMOR DE MADRE
¿Alguna vez alguien se preguntó sobre el momento en que nace el amor de
madre...?
En mi caso, nació en el mismo instante en que decidí concebirte.
Y no me arrepiento de haber esperado tanto tiempo para cumplir este nuevo
rol. Sé que ahora es muy distinto a lo que hubiera sido a mis veinte años. Creo
que estoy disfrutando la maternidad mucho más que si hubieras llegado hace diez
años.
Hoy te veo, pisando tus veintidós meses y te siento "grande",
independiente. Observo tus progresos hora a hora y me parece increíble. Te miro
cuando usás tu cuchara para llevar la comida a tu boca y siento un poco de
nostalgia de aquellos nueve meses en que la leche de mis senos era tu alimento.
Ese vínculo tal vez sea más fuerte que el del cordón umbilcal que te unió a mí
durante treinta y cinco semanas.
Trato de disfrutar cada etapa, conciente de que no volverá.
La naturalidad con que te despedís de mí con un "tau" cuando te
vas de la mano de tus abuelos o de tus tíos, me llena de emoción. Y tu voz a
través del teléfono cuando me llamás, acompañada de ruidosos besos, es lo más
dulce que oí en mi vida.
Descubro en la transparencia de tus negros ojos, gran parte de lo que
pasa por tu cabecita. Tu mirada es más clara que las palabras.
La ternura con que demostrás tu cariño, con tus suaves caricias y tus
cálidos abrazos, me provocan inmovilidad, deseando quedarme allí... mirándote y
mimándote eternamente.
Perdoname si fui débil en tus momentos más difíciles. El dolor que sentí
las veces que padeciste algún problema de salud fue mucho más fuerte de lo que
cualquier persona sin hijos pueda imaginarse. Recé en medio de las lágrimas que
me fue imposible contener. Y pedí que la enfermedad que tenías pasara de
inmediato a mi cuerpo.
Dios y tus ángeles de la guarda siempre te protegieron. Y gozás de muy
buena salud.
Mi mayor deseo es que seas una persona de bien y que la felicidad te
acompañe siempre.
UNA PALABRA HECHA CANCIÓN
Cuando una mujer planifica quedar embarazada, sueña con la confirmación
de la existencia de su hijo. Cuando sabe que está en su vientre, espera ansiosa
poder percibir sus movimientos. Y luego, cuenta los días que restan para tenerlo
en sus brazos.
Una vez que nace, las sorpresas superan las expectativas; semana a semana
ve los progresos de ese ser, que tan rápidamente va creciendo.
Y hay un momento muy especial, indescriptible: es aquel en el que la
palabra MAMÁ sale de esa pequeña boca y cuyo sonido es una dulce canción. Una
canción que se repite infinitas veces al cabo del día. Una canción que da la
energía que esa mamá necesita, luego de tantas noches deseosa de dormir. Una
canción que moviliza. Una canción que gratifica. Una canción que alimenta.
Yo no lo esperaba en este momento. Calculaba que pasaría un largo tiempo
hasta que mi bebé me nombrara. Sin embargo, apenas cumplidos los siete meses,
me llama cada vez que me necesita.
En treinta y un años, nunca me llené de orgullo tanto como ahora, cuando
escucho esa palabra hecha canción.
Hasta hace pocos meses pensaba que la mejor etapa de una mujer era el
embarazo. Hoy, dejo de lado esa teoría para afirmar que a partir de la
concepción de un hijo, las palabras no son suficientes para describir la
satisfacción que provoca cada gesto, cada mirada, cada sonido, emanado de ese
ser al que conocemos más que a nosotras mismas.
viernes, 1 de junio de 2012
PESADILLA
Durante meses tuvo un sueño reiterado.
Mientras estaba sentada a la mesa del comedor de su casa, mirando fotos
viejas, de la época de su abuelo, escuchaba carcajadas que parecían surgir de
tantos rostros, para ella, desconocidos.
Al asustarse, intentaba huir, por la pequeña puerta que daba a un cuarto
muy oscuro. No podía abrirla. Hacía presión con todo su cuerpo, pero era
imposible.
Las carcajadas se iban multiplicando, hasta dañar sus oídos.
Cada mañana, se despertaba con la imagen de su abuelo, a su lado, y ella
preguntándole: ¿Fuiste feliz en tu
juventud?
PUERTAS ABIERTAS
Ir a aquella humilde casilla de madera, era sentirme parte de esa familia
numerosa, que me brindaba una calidez indescriptible.
Sin embargo, mi sentido del olfato no estaba tan a gusto como mi corazón.
Tal vez la humedad en la madera, quizás por las grandes cantidades de
alimentos que cocinaban, quizás por el poco espacio, para tantas personas, se
respiraba un aroma totalmente desagradable.
A pesar de todo, me hubiera gustado continuar yendo, algunas tardes,
durante el resto de mi adolescencia.
Me habían elegido como madrina de aquella bebé, que nació en diciembre, y
cuyo corazón no resistió más que algunas horas.
¿Qué pasó? ¿Por qué no seguí en contacto?
Realmente, no lo sé.
Comenzaba una nueva etapa: la escuela secundaria.
No vi nunca más a mi compañero. Sí a una de sus hermanas, no hace mucho
tiempo. Ella recuerda aún el sabor de la chocolatada con tostadas, que mi madre
preparaba, cuando iban a mi casa.
¿Qué hubiera sucedido si aquel ser tan pequeñito y frágil hubiera
sobrevivido?
Sería una mujer de treinta y tres años, y, seguramente, me consideraría
parte de aquella familia que siempre me abrió sus puertas.
martes, 29 de mayo de 2012
UNA NUEVA MAESTRA
Primer día de clases. Quinto grado.
Había llegado a la escuela, con todo el entusiasmo del comienzo de año.
Excelente relación con mis compañeros, a quienes había extrañado durante
las vacaciones.
Ningún problema de aprendizaje, durante los cuatro años anteriores.
Y llegó ella. La nueva maestra: Aída.
Diferente al resto,
intuía, con mis nueve años, que sería importante para todos.
Temí.
¿Cómo aguantar a ese ser
tan especial durante los próximos nueve meses?
Chicos y chicas, con los
mismos miedos, con cara de asombrados.
Y, sin embargo, a medida
que los días iban transcurriendo, a pesar de esa voz grave y esa presencia, iba
descubriendo que sería la mejor maestra, que ninguno de nosotros la olvidaría
jamás.
Detalles, como colocar
un cabello en el libro de alguno de sus alumnos, sin que lo notáramos, para, al
día siguiente, revisar esa misma página y tener la prueba de que no habíamos
estudiado, la tarde anterior.
Hechos imborrables, como
aquel 1º de diciembre, cuando la inspectora se presentó en el aula, con un
elegante trajecito azul Francia, y ella la tiró al suelo y nos indicó que nos
metiéramos debajo de los pupitres, al ver por la ventana, que un grupo de
militares estaban a metros del aula, en la casa vecina.
Conversaciones de mujer
a mujer, acompañándome a mi casa, en medio de una descompostura de hígado,
donde me explicaba el significado de la palabra menstruación.
Dos años más tarde,
volvió a ser nuestra maestra. Esta vez, solo de matemática. Me preparaba tareas
especiales, para que comenzara el secundario como se debía.
Es la persona que hizo
posible haber elegido la docencia, a los 13 años de vida.
UNA EXTRAÑA PALABRA
Sucedió en 1972.
De mi misma estatura, cabello muy largo, abundante, negro, cola de
caballo.
Se acercó y preguntó:
–
¿Cómo te llamás?
–
Maricarmen. ¿Vos?
–
Blanca.
–
¿Fuiste al jardín el año pasado?
–
Sí, y antes, a la guardería.
–
¿A la guardería? ¿Qué es eso?
–
Es un lugar donde se cuida a los chicos chiquitos.
–
Ahhhhhh – dije, asombrada.
Y me quedé pensando en esa extraña palabra.
Y mi pequeña cabecita, de 6 años, imaginó una especie de cárcel, donde
cada niño, esperaba ansioso, que su papá o su mamá llegara a retirarlo.
En ese momento supe, que para mi nueva amiga, los primeros años de su
vida no habían sido nada sencillos.
¿Cuánto tiempo duró esa imagen visual en mí?
No lo sé.
lunes, 28 de mayo de 2012
CADENAS
En el momento en que logres la libertad, comprenderás
lo que se siente al volver a ser vos mismo,
deshaciéndote de las cadenas, que ahora impiden
tus movimientos.
domingo, 27 de mayo de 2012
TRIUNFO
...
La mayoría de los espectadores le brindaban aliento, le proporcionaban agua
fresca en forma constante.
Sin olvidarse de ellos un solo instante, y conciente de la ayuda
de Dios, nunca abandonó su postura erguida, e intentó no girar su cabeza hacia
atrás. Su vista se concentraba en un punto, sin poder determinar exactamente la
distancia a la que se encontraba.
Una vez que alcanzara su meta, no renunciaría a su actividad
como deportista, pero su próximo juego lo enfrentaría con la energía del triunfo
en la competencia más difícil de su vida, con la fuerza que da la experiencia y
con el placer que da la fama bien obtenida...
¿QUÉ ES CONOCERSE?
Como dice mi mamá: “Nunca terminás
de conocer a la persona que tenés al lado”.
De chica, no me parecía demasiado cierto. Consideraba que el paso de los
años, las vivencias, hacían que cada persona conociera a quien estaba cerca.
Pero, ¿qué es conocerse?
¿Es necesario compartir un mate, un café, una copa, para llegara saber
quién es el otro?
¿Es necesario mirarse a los ojos para descubrir la sinceridad de quien
tenemos frente a nosotros?
Hoy considero que no.
El diálogo, sea por el medio que fuere, hace que el conocimiento del otro
vaya creciendo, al punto de prácticamente no poder ocultar un sentimiento, un
estado de humor, una sensación de bronca…
Los temas de conversación con un amigo virtual son infinitos.
Generalmente no hay presión, desaparece la discriminación por el aspecto físico
y la persona se brinda, en la mayoría de los casos, desinteresadamente.
Algunos amigos se perderán en el camino, otros, perdurarán en el tiempo y
tal vez otros transformen la amistad en otro sentimiento.
Si comparamos la vida con un viaje en tren, como leí alguna vez en un
mail, sabemos que en cada estación suben y bajan personas que significan mucho
para cada uno de nosotros.
Entonces, ¿qué es conocerse? Intuir la respuesta ante preguntas acerca de
la personalidad del otro, saber lo que opina sobre un tema importante,
imaginarse cómo actuará ante una situación en la que deba tomar decisiones.
Y para todo eso, no es necesario estar sentados en un mismo sillón o en
un banco de una plaza…
LIBERTAD
Después de tantas situaciones de agresión y violencia verbal, estaba atravesando un período en el que la paz reinaba a su alrededor.
Se sentía libre y pleno.
Mucho más nostálgico que años atrás, disfrutaba de cada momento compartido.
Su sensibilidad salía a la luz ante hechos completamente simples que lo rozaban como una caricia reconfortante.
Más de una mujer hubiera querido estar a su lado para ser partícipe de sus emociones.
Tal vez él no era conciente de ello, restándole importancia a las características de su personalidad, que no eran comunes en la mayoría de los hombres de su edad.
De lo que estaba seguro es que no volvería a formar una familia, que su rol de esposo ya lo había cumplido y que el rol de padre lo estaba cumpliendo.
De modo que, si apareciera el amor de su vida, sería una relación completamente distinta, sin presiones ni imposiciones, donde la palabra comprensión fuera la que la caracterizara, donde el verbo compartir estuviera siempre presente.
Habían transcurrido unos meses desde su separación. Ahora sí estaba preparado para planificar un futuro en compañía de alguien que lo hiciera volver a sentir como aquel muchacho soñador de hacía un tiempo.
Alguien que lo valorara, que lo contuviera, que lo escuchara…
CAMBIOS DE HÁBITOS
Aquellos fríos atardeceres de julio la melancolía lo llevaba a imaginar
que cuando tuviera nietos, les contaría sobre una época en la que en las
fiestas de cumpleaños de los chicos colaboraban las tías, vecinas y amigas, con
el repulgue de las empanadas, controlando el horno para que no se quemaran las
pizzas, cortando en cuadraditos las enormes pasta frolas de dulce de membrillo
o de batata. En ellas no eran necesarias las tarjetas de invitación porque
TODOS estaban invitados implícitamente. Tampoco se imaginarían, en los
comienzos del ´70 que se utilizarían canchas de fútbol o piletas climatizadas,
para esas ocasiones. La mayoría de las casas contaban con el espacio suficiente
y estaban edificadas sobre enormes terrenos donde jugar a la mancha, a la
escondida o al Martín Pescador era lo más habitual.
Para visitar a un amigo no era necesario anunciarse con un mensaje
telefónico, ya que muchos no contaban con una línea en su hogar. Con un timbre
o simplemente con palmas se le avisaba a aquel pequeño amigo del barrio o
compañero de la escuela, que compartirían la leche chocolatada con tostadas con
manteca y azúcar, a la hora de la merienda.
Salir a andar en bicicleta en grupo, por calles de tierra en las que el
mayor peligro era caerse en el barro, era costumbre de todos, sin distinción de
género ni edad.
Los paseos no tenían nada que ver con ir al shopping ni al hipermercado
(porque no existían). Familias enteras se encontraban en los espacios verdes o
a la orilla del río, los domingos a la tarde y compartían largas charlas, entre
mates, galletitas y algo casero, como alfajorcitos de maicena o scones.
Les explicaría que la palabra kermesse
no era una marca de moda, sino un evento donde el objetivo era recaudar fondos
para alguna institución pública, donde padres e hijos se divertían participando
de juegos y llegando a su casa con algún premio obtenido, consistente en un
simple adornito para ubicar en el aparador de la cocina.
sábado, 26 de mayo de 2012
ATENCIÓN
Lo importante es tener los pies sobre la tierra, pero darse el
permiso de volar, no conformarse con la realidad que hoy nos toca vivir, soñar
con un futuro mejor, aspirar a la felicidad sin perder la esencia. Estar
atentos.
No subir al tren equivocado cada vez que nos detenemos en una
estación, porque, en muchas ocasiones, pasaremos más tiempo del esperado, sin
poder bajarnos.
EXTIRPACIÓN DEL MIEDO
… El miedo
había paralizado sus neuronas.
La
intervención quirúrgica duró más tiempo del esperado.
Sin embargo,
la operación fue un éxito, gracias a Dios, gracias a un excelente equipo y,
especialmente, a sus ganas de vivir.
Ahora sus
células cerebrales están más activas que nunca.
Ya no quedan
secuelas. Solo alguna cicatriz, que se ve, pero que ya no duele.
Ahora es dueña
de su ser. Volvió a ser ella misma.
DE PIE
Los golpes, al
principio, eran en las piernas, en los pies, para detener su paso.
Luego en los
brazos, en las manos, para no poder apoyarse, para no caer.
Más tarde se
dirigieron al estómago y al pecho, para que el dolor hiciera que se doblara en
dos.
Ahora son en
la cabeza. Intenta provocar un desmayo, tal vez para tener la ilusión, durante
unos minutos, de verla muerta.
Pero no lo
logrará.
Ella sigue y
seguirá de pie, a pesar de maquillarse cada mañana, para tapar las heridas.
Una energía
invisible la sostiene. Es un regalo de Dios y de todas las personas que de una
manera o de otra le brindan su apoyo incondicional. Una energía que crece, día
a día.
EL CAMINO
El camino había sido muy largo. Los obstáculos, muy difíciles. Las
caídas, innumerables.
Valió la pena.
De aquellos años trató de filtrar lo positivo.
Aunque no pueda olvidar las humillaciones sufridas, aunque las cicatrices
no se hayan borrado, lo importante es el presente.
Se había terminado la etapa en la que debía ocultar sus sentimientos y
contener las ganas de expresarse abiertamente.
Varias son las palabras agradables de escuchar, de decir, de escribir,
que son parte de este hoy, tan esperado.
Libertad: tal vez, la más anhelada.
Respeto: que no exigía por temor.
Calma: que le devolvió su salud, física y mental.
Compañerismo: que no había conocido a nivel de pareja.
Amor: que pensó que jamás volvería a sentir.
La felicidad había llegado a su vida, acompañada de la esperanza de poder
disfrutarla desde ahora y para siempre…
IMÁGENES
Diluvio. Noche de verano.
Un encuentro postergado, durante semanas, para tratar una decisión tomada
dos meses atrás, y hablada en forma telefónica.
Un viaje de una hora, en ómnibus, sin nada ni nadie que interrumpiera su
conversación.
Besos tan inevitables, como apasionados, en medio de la gente, en una
estación de subte, o en una transitada vereda de la gran ciudad.
Una exquisita cena, en un lugar tranquilo. Una larga charla, sin ningún
cambio en el tono de voz. Proyectos, sueños, realidades. Planificación de
futuros encuentros. Miradas.
La insistencia de él, en pasar la noche juntos, en ese lugar. La
respuesta negativa de ella, con una simple expresión: Cortamos.
Dos seres atraídos, en cuerpo y alma. Dos seres unidos, por sus
sentimientos.
Un último beso, más intenso.
El regreso a casa, separados…
DESCUBRIÉNDOSE
Invierno atípico. Ciudad con
características únicas. Comienzos del siglo XXI.
Su cumpleaños número cuarenta no
lo había sorprendido. El ritmo de vida, el entorno, los constantes problemas
laborales y personales, tal vez hayan sido los causantes de una ceguera que
parecía no tener cura.
Una húmeda y templada mañana
intentó levantarse de su cama, pero su cuerpo parecía atado, manipulado por un ser diabólico contra el
cual no podía luchar. Por primera vez en su vida se sintió débil, desamparado;
como un niño abandonado en una isla desierta.
La ventana de su habitación
estaba cerrada. Minutos después, había perdido la noción de tiempo; y, por
momentos, también de espacio.
¿Sueños, pesadillas? ¿O
reflexiones?
Bombardeaban su mente los
reclamos de cada una de las personas “afectadas” por su personalidad, tan
egoísta, tan fría, tan cruel.
Estaba en la primera fila; era
espectador de una atrapante obra de teatro protagonizada por él mismo. La
música de fondo le recordaba aquellas películas que tanto miedo le provocaron
en los primeros años de su vida.
A su lado, tratando de protegerlo, su hijo, de
diez años de edad; a pocos metros, a sus espaldas, pudiendo percibirla, pero no
verla, su ex mujer, con quien había compartido la mayor parte de sus días.
Formando un perímetro, los amigos, a quienes ya no consideraba tales, por sus
actitudes. Y volando, como ángeles, con lágrimas en los ojos, sus padres.
Cada uno de ellos le había dado
desinteresadamente, la posibilidad de
amar y ser amado. Sin embargo, la armadura que lo fue cubriendo a un ritmo
lento pero constante, asfixió sus sentimientos.
Sus piernas no respondían. Quería
huir o al menos alejarse del sector de
las plateas y ubicarse en otra butaca, más lejana del escenario. Imposible.
Con ansiedad esperaba la caída del
telón, aunque éste no existiera.
El protagonista de la obra no
hablaba. Sabía que no era mudo, por los gritos de dolor que emitía. Tampoco era
sordo, sus ojos se desorbitaban ante cada frase de los actores que formaban el
reparto.
Una pantalla gigante proyectaba
fotos antiguas, fotos actuales, imágenes vividas, imágenes soñadas.
La acústica era tan perfecta, que
hasta el espectador de la última fila oía los suspiros, los susurros y hasta la
respiración de quienes se encontraban en el escenario…
Noche fría y lluviosa. La
sequedad de sus labios y la aceleración del ritmo cardíaco eran desesperantes.
Apoyando sus manos en las paredes de un largo pasillo, pudo llegar hasta la
heladera y beber un sorbo de agua fresca.
Miró el reloj, se asomó a la
ventana, y lentamente volvió a su habitación. Se sentó en su cama, pero su
cabeza no podía sostenerse. Volvió a recostarse.
Había descendido la temperatura
de su cuerpo. Ahora sí podía tomar conciencia de las horas vividas de ese
extraño día.
Reflexionó durante todo el lapso
que esa invasora gripe usurpó cada centímetro cuadrado de su ser.
Tarde templada. Sol
resplandeciente.
Se dio un baño reconfortante.
Eligió su mejor ropa, su más exquisito perfume y salió de su casa. Dejó el
auto. Caminó hasta divisar el sol ocultándose en el horizonte.
Y volvió a su actividad, ya no
como el ser frío, egoísta y cruel que aquella mañana había sido sorprendido por
una gripe; sino como la persona que era realmente, una vez destruída la
armadura que alguna vez él mismo había fabricado.
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