martes, 9 de febrero de 2016

PARAGUAS OLVIDADO

Soy un paraguas joven y en perfecto estado. Solange me compró en un bonito comercio del centro, una mañana de lluvia. Ese día, cuando salió de su trabajo, había un sol radiante, de modo que me guardó con mucho cuidado en su bolso y regresamos sequitos a su casa.
A partir de ese día vivo junto a elegantes sacos y carteras, en el perchero del living. No me puedo quejar. Estoy cómodo y me divierto con las comedias románticas que mira Solange los fines de semana.
Hoy el pronóstico meteorológico anunció tormentas. Volví a salir. Conocí varias oficinas. Viajé en colectivo y en taxi, quien sabe cuántos kilómetros.
No sé donde estoy. Me siento preocupado. Solange se olvidó de mí. Me encuentro solo, sobre un escritorio desconocido. No estoy enojado. Ella está con demasiados problemas. Deja la pava en el fuego hasta que se consume el agua, se le quema la comida, se le vencen los impuestos… No, no es una despistada. Ya se le va a pasar. Esto es transitorio. Estoy seguro.


-        ¡No, por favor, señor, no me lleve, que no soy suyo!
Mi corazón late cada vez más acelerado. Este hombre no entiende mi idioma. ¡Es un secuestro!
Estoy en la calle. Hay mucho ruido. Sin embargo, puedo escuchar la dulce voz de mi dueña, agradeciéndole al intruso.
-        Ya vamos. ¡Qué tonta charla!
Volví a mi hogar. Estoy feliz. Y no solo por  mí, sino también por ella.
Pasaron unos días. Todo cambió. Ya no más olor a quemado, pavas en la basura ni intereses por pagar fuera de término.

¡Qué buen perfume! A mi lado, un sobretodo, bien masculino, colgado en el perchero desde anoche…

No hay comentarios:

Publicar un comentario