martes, 30 de diciembre de 2014

El domingo fui a Quequén a retirar mi diploma. No había podido viajar el día de la entrega de premios (3 de agosto). ¡Gracias a todos!

martes, 23 de diciembre de 2014

Este texto lo leí en la muestra PUNTO SEGUIDO, del grupo LAS NADA QUE VER, el 13/12/2014.

jueves, 18 de diciembre de 2014


Gracias, María Inés, por el dibujo que hiciste sobre mi texto LIBERTAD, en la muestra PUNTO SEGUIDO.

martes, 16 de diciembre de 2014

viernes, 5 de septiembre de 2014

BOLETO DE TREN ENVUELTO EN UNA SERVILLETA


Mediados de 1984.
La confirmación de su puesto como maestra suplente, por tres meses, fuera de su ciudad, no era la noticia que tanto estaba esperando. Le hubiera gustado un lugar más agradable, aunque fuera en una zona rural, pero más cerca de su casa.
Sin embargo, no dudó en aceptar. No solo necesitaba el dinero, sino que le serviría para sumar puntaje.
Ya no podría ir a dar clases en bicicleta, como lo hacía en sus prácticas. El único medio de transporte posible para ella sería el tren.
Sería muy duro estar tantas horas lejos, sin contacto con su padre, cuyo estado de salud era delicado. No tenían teléfono. Lo habían pedido a fines de la década anterior, sin resultados.
Era una templada mañana de invierno. Llovía torrencialmente. Se levantó con una hora y media de anticipación. Se bañó, se maquilló, se vistió acorde al clima, preparó un bolso con una muda de ropa, calzado, una toalla y su flamante guardapolvo blanco que aún no había estrenado. Con sus diecinueve años recién cumplidos, parecía una adolescente.
Veinticinco minutos de viaje en colectivo, la separaban de la estación de trenes. La puntualidad la caracterizaba desde muy pequeña. Sabía que llegaría temprano, pero prefería que así fuera.
El tren salió a horario. Cientos de personas de diversas edades y ocupaciones circulaban apurados para llegar a sus respectivos trabajos. Se sentó en el tercer vagón, del lado de la ventanilla. Melancólica, miró el paisaje urbano que tantas veces había contemplado viajando con su madre. Imaginó los rostros de sus nuevos alumnos al recibir la noticia sobre su llegada como maestra suplente. Alguien la hizo suspender sus pensamientos, ofreciéndole un caramelo de menta.
         Gracias – dijo acercando su delicada mano.
Un muchacho poco mayor que ella se había sentado a su lado. También llevaba libros y carpetas.
         ¿Somos colegas?
         Yo soy maestra de 5º grado.
         Yo, profesor de matemática en colegios secundarios.
         Me llamo Gabriel.
         Ingrid, mucho gusto – dijo, dándole la mano derecha.
Ambos estaban recién recibidos. Tenía muchas ideas para poner en práctica. Habría tiempo para ello. Estaban comenzando su vida como docentes.
Ingrid lamentó tener que bajarse del tren en lo mejor de la conversación. Se despidieron como viejos amigos, luego de unos escasos minutos de charla.
La mañana siguiente estaba espléndida, aunque con menos temperatura. Los nervios de Ingrid habían disminuido. Los temores del primer día ya habían pasado.
Al subir al tren decidió sentarse en el mismo asiento. Reservó el de al lado colocando libros y carpetas hasta que Gabriel llegó.
         Perdón, ¿está ocupado?
         No.
         ¿Lo guardaste para mí?
Las mejillas de Ingrid se tiñeron de rojo. ¿Qué diría su novio si se enterara?
Retomaron la charla y nuevamente el tiempo transcurrió volando.
Ingrid nunca se había sentido tan cómoda con nadie, ni siquiera con sus compañeros de secundaria. Guardó su secreto. Le producía terror saber que alguien podría pensar mal de ella, por esa cita diaria en el tren.
Una fría mañana Gabriel llegó con medialunas tan calientes como exquisitas, que disfrutaron en el corto trayecto que compartieron. Segundos antes de que Ingrid bajara, anotó su nombre y dirección en un boleto de tren y lo envolvió en una servilleta.
         Teléfono no tengo.
         Yo tampoco – agregó Ingrid, mientras guardaba la servilleta en su libro.
Tres semanas después de su primer encuentro, Gabriel fue convocado para trabajar en un colegio de su ciudad. No pudo despedirse de Ingrid.


Julio de 2014.
Ingrid quería aprovechar las vacaciones de invierno para ordenar su casa. Decidió empezar por su biblioteca. Cada libro tenía un importante significado. Algo cayó de uno de ellos. Había permanecido allí durante treinta años.
Jamás había olvidado a Gabriel. En los últimos tiempos lamentó no haber sabido su apellido, para buscarlo a través de Internet. No pudo evitar pensar qué habría sucedido si hubieran continuado con esa amistad que poco a poco se había ido convirtiendo en algo prohibido, aunque sus labios se habían rozado solo una vez. Estaba arrepentida de haber corrido su cara cuando él intentó besarla. En ese momento no se hubiera perdonado engañar al que luego fue su esposo.
         ¡Qué idiota fui! – dijo en voz alta.
Convivir con Damián había sido una tortura. Luego de su divorcio pasaron pocos hombres por su vida. Relaciones intrascendentes.
Nunca pudo olvidar los viajes compartidos con ese ser tan especial. Era increíble que esos pocos días hubieran sido tan importantes, luego de tres décadas.
Abrió la servilleta  con la ilusión de encontrar algún dato más. Solo decía su nombre y la dirección. Buscó en Google. En ese lugar habían construido un edificio de oficinas. La casa de Gabriel ya no existía. No tenía información suficiente para buscarlo.
Como no tenía horarios que cumplir, haría algo diferente durante su receso invernal. Y su actividad no tenía por qué limitarse a la limpieza.
A la mañana siguiente subió a su auto. Estacionó a cincuenta metros de la estación. El tren salió a la misma hora que hacía treinta años. En la misma estación subió Gabriel, que había soñado con Ingrid aquella noche. El asiento que ella le guardaba cada día estaba ocupado por una pila de libros con hojas amarillas.
         ¿Me puedo sentar?
         No sé. Te fuiste sin despedirte – dijo quitando sus cosas.
         ¿Querés que nos despidamos ahora?
         No. ¿Vos querés eso?
         Quiero que retomemos la charla inconclusa.
Se sentó. Se miraron. Sus labios se rozaron, como aquella vez, pero segundos más tarde se perdieron en un beso eterno. Sin darse cuenta, Ingrid y Gabriel llegaron a destino.




martes, 2 de septiembre de 2014

viernes, 25 de julio de 2014

VIAJEROS AL TREN

Hoy fue un día muy importante para mi carrera. Gané el primer premio en popularidad en el concurso de cuentos Viajeros al tren.
Les agradezco a todos mis lectores, por su tiempo.


jueves, 19 de junio de 2014

SIN MIEDOS


DISTANCIA


SECRETOS


Remedios, siglo XXI


3 de febrero de 2014.
Mañana lluviosa en Buenos Aires.
Hace treinta y tres días que José y yo volvimos a este mundo.
Dios nos envió para una gran misión en mi país.
¡Es todo tan distinto! Parece un libro de ciencia ficción.
A los dos nos está costando esto de la tecnología. Nuestros tatara tatara nietos intentan enseñarnos. ¡Tienen una paciencia….!
Todavía no pudimos disfrutar de una cena romántica. Si optáramos por un restaurante, José estaría firmando autógrafos y sacándose fotos todo el tiempo. Me encantaría visitar esos hermosos lugares de Palermo o de Puerto Madero. Pero, al menos por ahora, nos estamos quedando en casa. Su celular no para de sonar en los pocos minutos que dedica a la comida. ¡Insoportable!
Tengo que reconocer que aunque nunca fui celosa, no puedo controlarme cuando leo los mensajes de las muchachas de los clubes de fans (¿se dice así?) en su muro del Facebook.
¡Cuánto más fácil era ser la esposa de alguien importante en el siglo XIX!
Sin embargo, a pesar del sacrificio que estoy haciendo para adaptarme a esta nueva vida, me llena de orgullo ser la mujer de José. Antes también, pero ahora es diferente porque todo el mundo (todo el mundo, y no exagero) lo respeta y lo admira.

Debo agradecer a Dios esta oportunidad.

viernes, 13 de junio de 2014

MICRORRELATO Nº 8

     Se habían conocido dos años atrás por una amiga en común. Mil kilómetros los separaban.

El Universo conspiró a su favor. Por razones laborales de ella, quince minutos tardan en llegar uno a casa del otro. Ya no hay distancia, ni siquiera por los veinte años que él le lleva. El amor pudo más.

MICRORRELATO Nº 7

      El mensaje no era para ella. La tenía en sus contactos solo por un tema laboral. Se habían conocido por teléfono hacía varios años.
Ambos se sorprendieron cuando se encontraron en aquel café. Él porque esperaba tener a otra mujer frente a sus ojos. Ella porque se había preparado para recibir una propuesta de trabajo. Rieron por el malentendido. Se miraron y supieron que sería el comienzo de algo hermoso que nunca habían experimentado.

MICRORRELATO Nº 6

Atravesar ese viejo puente le producía terror.
Cerró los ojos y una hermosa imagen llegó a su mente: del otro lado del río encontraría lo que durante tanto tiempo había estado buscando.

Minutos después, lo que había visto de forma tan clara, se hizo realidad.

jueves, 12 de junio de 2014

MICRORRELATO Nº 5

   Dos violentos delincuentes intentaron robarle el auto. Un desconocido lo impidió. Ella se lo agradecerá toda su vida, despertando juntos cada día.

MICRORRELATO Nº 4

    Escucharlo a través de sus auriculares era como percibir suaves caricias. No había visto su rostro. Sin embargo, lo conocía como a nadie.

Cuando estuvieron frente a frente supo que sus oídos no se habían equivocado.

MICRORRELATO Nº 3

     Impidió que su hermana fuera violada. Perdió su libertad.  Sin arrepentirse de nada y sin perder la fe, luchó por obtener justicia. Logró todo lo que quiso en su vida.

EL ESPEJO

          El espejo se había roto. No era un elemento de primera necesidad, razón por la cual pasó mucho tiempo hasta que decidió adquirir otro.

En aquel comercio conoció a un hombre en cuyos ojos pudo verse reflejada, más bella, más joven que quince años atrás, cuando el espejo de su habitación se había hecho añicos.

DIÁLOGO ENTRE DOS ENEMIGAS


         ¿No te da vergüenza?
        ¿Vergüenza de qué?
        ¿Todavía lo preguntás?
        Yo no hice nada.
        Claro que no hiciste nada. Fui yo la que lo apoyó para que llegar a ser quien es ahora.
        Él lo logró por sí mismo.
        ¿Qué sabés? Si hace dos días que lo conocés.
        Muchas veces la calidad del tiempo vale más que la cantidad.
        ¡No me vengas con frases hechas!
        Es una realidad. Tenés que admitirlo.
        ¡Nena, a mí no me vas a decir qué tengo que hacer!
        ¿Qué ganás con todo esto?
        Abrirte los ojos, chiquita. Ya te va a tocar. La juventud se acaba. No me extrañaría que te deje por una de la mitad de tu edad.
        Lo de ustedes ya estaba terminado cuando conocí a Luis. No rompí ninguna relación.
        Yo quería volver. Si no hubieras aparecido vos, con esa carita de inocente… Estoy segura que lo hubiera reconquistado.
        Hay daños que no se pueden reparar, por más voluntad que se tenga.
        Estás equivocada. El tiempo me dará la razón.
        Nunca te importó nada de él. No estabas a su lado, pero tampoco aceptaste jamás que él tenía derecho a volver a enamorarse.
        Ja, ja. ¿Vos te creés que él está con vos por algo más fuerte que una atracción física?
        Eso que vos decís dura un par de meses. Y ya pasaron unos cuantos años…
        Si sos feliz así, viviendo una mentira.
        Nuestros sentimientos son de verdad.
        ¡Parecés una adolescente! Y no lo digo por tu aspecto. Tenés unas pocas arrugas, pero las suficientes para mostrar que ya pasaste los cuarenta.
        No estoy obsesionada por el paso del tiempo, como vos.
        Yo simplemente me cuido. ¿Está mal? Claro, vos preferirías que me viera como una anciana.
        Por mí sacate treinta años de encima. Con tratamientos, con cirugías, como quieras. No me afecta. Él me eligió a mí. Es lo único que cuenta.
        Legalmente es mi marido.
        Sí, claro, pero en la práctica soy su mujer.
        Su amante, querrás decir.
        No. Ninguno de los dos está engañando a nadie.
        ¡Y te la das de católica!
        Tengo la conciencia limpia. No dejé de ir a la iglesia por estar divorciada y tampoco voy a dejar de hacerlo ahora, por estar conviviendo con Luis.
        No sos nadie para él. ¿Sabés que si se muere no te va a quedar ni una ínfima pensión?
        Ya lo sé.
        ¿Cuál es tu plan, entonces?
        Nunca tuve ningún plan.
        ¡Vamos!
        Pensá lo que quieras.
        ¿Y si el dinero no viniera de Luis?
        ¿Qué? ¡No te entiendo!
        ¿Si yo te ofreciera una especie de sueldo de por vida, para que te alejaras de él?
        ¡Estás totalmente loca!
        Pensalo…
        No tengo nada que pensar.
        ¡Morite!
        Y sí. Morir sería la única forma de desaparecer de la vida de Luis.

SIN MIEDOS

Y un día sus miedos migraron a otro ser más débil que él.
Entonces comenzó a vivir, a amar, a ser feliz.

UN DON MUY ESPECIAL


Estefanía había nacido con el don de poder comunicarse con todo tipo de ser viviente, desde diminutos animales hasta los humanos más destacados.
A los cinco años de edad, tenía la capacidad de expresar en palabras los sentimientos de cada uno de esos individuos.
Nadie como ella podía entender el comportamiento animal.
Recorrió el mundo para brindar conferencias acerca de diversos temas.
Su mente privilegiada y su interesante personalidad, le permitió lograr sus objetivos. Y supo ganarse el respeto de todos.
Uno de los científicos más prestigiosos, había investigado sobre los dones de Estefanía. No había explicación lógica para ello. Le costaba creer que todo lo que se publicaba sobre la adolescente, era verdad. Pensó que tal vez se exageraba un poco.
Un día intentó hacerla caer en una trampa, para desenmascararla. Supuso que sería sencillo engañar a una joven de 17 años. Él la doblaba en edad.
No pudo. Se sintió derrotado. Su vida fue un antes y después de ese encuentro cara a cara con la persona que más llegó a admirar.
Estefanía era totalmente transparente. Y también comprensiva. Perdonó la actitud infantil de Nicolás.
Formaron un equipo de trabajo insuperable. No competían. Se complementaban, aprendían, compartían sus conocimientos. Crecían día a día.

Poco tiempo después, comenzaron una historia de amor que duró por siempre.

miércoles, 2 de abril de 2014

ALGO EN COMÚN (Capítulo 1: Invitación)

Era un miércoles soleado del mes de julio. Los chicos estaban saliendo de la escuela.
Alejandro se fue a su casa caminando, con Axel, su gran amigo. 
Apenas llegaron, preparó unos bifes de cerdo y papas fritas. Sacó una botella de agua fría de la heladera, y le agregó un sobre de un jugo de naranja. Se sentaron a almorzar, mientras miraban tele.
        ¡Está bueno, che! Yo no sé hacer nada. Cuando mi vieja no está, pido algo, llamo a un delivery.
        Si yo hago eso, termino con mil kilos, porque me las tengo que arreglar solo.
Alejandro no sólo sabía cocinar, sino que había aprendido a manejarse sin la ayuda de adultos, desde muy chico.
Era hijo único. Sus padres no estaban en todo el día y sus abuelos habían muerto.
Hacía las compras, limpiaba la casa, se ocupaba de su ropa. Y, como si fuera poco, era el mejor alumno de su curso, desde primer grado.
Tenía catorce años, pero siempre que tenía oportunidad, mentía diciendo que estaba por cumplir diecisiete. Casi siempre le creían.

Cuando terminaron de comer, Alejandro se fue a bañar.
Axel se sentó frente a la computadora y entró en su Facebook  Ahí encontró una invitación para un evento que sería el viernes: “¡Alta fiesta en lo del Eze!”.
Hizo un clik sobre el botón de “Asistiré”.
        ¡Ché, loco! Joda en lo de Ezequiel. ¿Sabías? – gritó.
        ¿Eh? No te entiendo nada. Bancame que ya salgo.
Axel miró la lista de invitados. Estaba Agustina. Ella era amiga de Luisina, la hermana melliza de Ezequiel.
Alejandro salió en boxer, secándose el pelo.
Axel le contó todo, con entusiasmo.
        ¿Y qué onda con Agus? – preguntó Axel.
        Nada, hablamos pavadas por Whatsapp.
        ¿Y no la viste más?
        No. En una fiesta de Luisina hablamos. Hace diez días maso…
        Pero… ¿te gusta?
        Obvio – respondió Alejandro.
        ¡Qué bueno, amigo! Se te va a dar esta semana.
Un llamado al celular de Axel, interrumpió la charla.
        ¡Mi vieja! ¡Qué pesada!
        ¿Te vas?
        Sí, viene en 5 a buscarme.
Axel juntó sus cosas y se fue, protestando contra su madre.
Alejandro cerró la cuenta de Facebook de Axel y abrió la suya.
Lo primero que hizo fue buscar la invitación al evento. Pero… ¡no estaba!
        ¡Qué basura! ¡Otra vez lo mismo! ¡Me dejó afuera! – dijo, mirando la pantalla y golpeando fuerte el escritorio, con sus puños.
Alejandro era muy buen compañero. Ayudaba a todo el que necesitara de alguna explicación de materias complicadas como matemática o físico-química. Siempre estaba dispuesto. Y se acordaban de él cuando podían usarlo, pero no para compartir alguna reunión. ¡No era justo!
Tenía mucha bronca. Algo tenía que hacer, para luchar contra la discriminación. ¿Y por qué lo hacían? Porque él era diferente: inteligente, maduro, independiente
Se sirvió un vaso de gaseosa bien fría, volvió a su escritorio, se sentó, cerró los ojos unos minutos y una idea vino a su cabeza: crear un grupo de Facebook.
Este grupo es para todos los chicos y chicas hartos de que nos traten por tarados, por ser diferentes.
Si a vos también te pasa, unite al grupo


Gordos, flacos; negros, blancos; altos, petisos; pobres, ricos; lindos, feos. Todos pueden llegar a sentirse discriminados. El dolor que se siente sólo puede ser comprendido por alguien que está sufriendo por el mismo motivo. 

domingo, 9 de marzo de 2014

CONCURSO LITERATURA INFANTIL

Ayer, en el Salón Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la editorial Mis Escritos me ha otorgado una DISTINCIÓN ESPECIAL, por mi cuento infantil TORPEZAS.
Gracias al Jurado que tomó la decisión, a todos mis lectores, amis profes y compañeros de talleres, a los amigos y familiares que confían en mí, a mis alumnos, y, por supuesto, a Dios, que me presenta este tipo de oportunidades.