jueves, 12 de junio de 2014

DIÁLOGO ENTRE DOS ENEMIGAS


         ¿No te da vergüenza?
        ¿Vergüenza de qué?
        ¿Todavía lo preguntás?
        Yo no hice nada.
        Claro que no hiciste nada. Fui yo la que lo apoyó para que llegar a ser quien es ahora.
        Él lo logró por sí mismo.
        ¿Qué sabés? Si hace dos días que lo conocés.
        Muchas veces la calidad del tiempo vale más que la cantidad.
        ¡No me vengas con frases hechas!
        Es una realidad. Tenés que admitirlo.
        ¡Nena, a mí no me vas a decir qué tengo que hacer!
        ¿Qué ganás con todo esto?
        Abrirte los ojos, chiquita. Ya te va a tocar. La juventud se acaba. No me extrañaría que te deje por una de la mitad de tu edad.
        Lo de ustedes ya estaba terminado cuando conocí a Luis. No rompí ninguna relación.
        Yo quería volver. Si no hubieras aparecido vos, con esa carita de inocente… Estoy segura que lo hubiera reconquistado.
        Hay daños que no se pueden reparar, por más voluntad que se tenga.
        Estás equivocada. El tiempo me dará la razón.
        Nunca te importó nada de él. No estabas a su lado, pero tampoco aceptaste jamás que él tenía derecho a volver a enamorarse.
        Ja, ja. ¿Vos te creés que él está con vos por algo más fuerte que una atracción física?
        Eso que vos decís dura un par de meses. Y ya pasaron unos cuantos años…
        Si sos feliz así, viviendo una mentira.
        Nuestros sentimientos son de verdad.
        ¡Parecés una adolescente! Y no lo digo por tu aspecto. Tenés unas pocas arrugas, pero las suficientes para mostrar que ya pasaste los cuarenta.
        No estoy obsesionada por el paso del tiempo, como vos.
        Yo simplemente me cuido. ¿Está mal? Claro, vos preferirías que me viera como una anciana.
        Por mí sacate treinta años de encima. Con tratamientos, con cirugías, como quieras. No me afecta. Él me eligió a mí. Es lo único que cuenta.
        Legalmente es mi marido.
        Sí, claro, pero en la práctica soy su mujer.
        Su amante, querrás decir.
        No. Ninguno de los dos está engañando a nadie.
        ¡Y te la das de católica!
        Tengo la conciencia limpia. No dejé de ir a la iglesia por estar divorciada y tampoco voy a dejar de hacerlo ahora, por estar conviviendo con Luis.
        No sos nadie para él. ¿Sabés que si se muere no te va a quedar ni una ínfima pensión?
        Ya lo sé.
        ¿Cuál es tu plan, entonces?
        Nunca tuve ningún plan.
        ¡Vamos!
        Pensá lo que quieras.
        ¿Y si el dinero no viniera de Luis?
        ¿Qué? ¡No te entiendo!
        ¿Si yo te ofreciera una especie de sueldo de por vida, para que te alejaras de él?
        ¡Estás totalmente loca!
        Pensalo…
        No tengo nada que pensar.
        ¡Morite!
        Y sí. Morir sería la única forma de desaparecer de la vida de Luis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario